Luki, segunda parte

luki

Después de sentir un fuerte pinchazo en la barriga, me levanté de la cama y caminé con dificultad los cuatro pasos que necesitaba para llegar al baño.

Me desnudé y me paré frente al espejo.

Sabía que el momento había llegado.

Aquel espejo que aún hoy cuelga de la pared de nuestro baño, mostraba sin tapujos a una treintañera con cara de pan gallego, con un par de tetas de africana relajadas sobre una mesa camilla y unas piernas anchas como columnas griegas sobre algo parecido a unos pies a punto de explotar.

Sin embargo, lo que más me llamó la atención de esa señora fué su mirada, completamente segura, digna, feliz. Aquello sí que era todo una novedad.

Despúes de 9 meses, en los que no paraba de comer y llorar, por fin iba a conocer a mi  hijo. Una personita que yo misma había creado, quién me lo iba a decir a mí! yo?, madre!?!

Me metí en la ducha estrenando sociego, hice en silencio todas las diligencias necesarías para pasar los tres días de rigor junto a vos en el hospital, luego desperté a tu padre y aún con la voz de la Gabriela de toda la vida, no de la que seguro trendría la mujer que había conocido en el espejo del baño, le dije que creía que quizás había que ir pensado en acercarnos al hospital.

Él se puso muy nervioso y despúes de vestirse y dar mil vueltas por toda la casa, de preguntarme (varias veces) si estaba completamente segura de que ese líquido que le había confesado que me bajaba por las columnas griegas no era pis, cerramos la puerta y nos fuimos, sabiendo los dos que ya nada sería igual… a partir de aquél día, nuestras vidas cambiarían para siempre… Entonces me pareció una reflexión romántica. Ahora, despúes de 4 años contigo, puta que sí me ha cambiado la vida!!

Pero para bien, mi querido Lucas, para bien.

 

 

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