La Madre


Veo su cuerpo quebrado y su pelo mal recogido con la piel ajada, seca, con ojeras en la cara. Pienso
en su maternidad, conjunto de escombros, llena de mugre, de mocos y dos criaturas pequeñas y
sanas, implacables, tironeando su alma, mordisqueando sus entrañas. Sabiéndose derrotada, sola, se
entrega a ellos en una mueca de dolor, un espasmo. Yo les amo, soy su madre, solo estoy cansada.
Se dice la pobre, creyéndose en falta, siempre culpable siempre responsable, aunque este a punto de
romperse y quedarse averiada para siempre. Nadie la mira, nadie la ve. Ella también esta ciega, mas
allá de sus propios demonios, nada ve. La compra cuelga del carrito, algunos tomates se han caído,
redondos, lisos, suaves y jugosas, llenos de vida la vuelven en si, consigue ponerse en pie,
gigantesca y monstruosa, emprende otra vez el camino, moviéndose angustiosamente despacio bajo
al sol abrasador del verano, que mirándola directo a los ojos, la sigue, la juzga y la pone a prueba.
Consigue su objetivo y llega al parque, como el día de la marmota, hay otras madres. Algunas
felices, otras también avasalladas, se entretiene observándolas, deseando ver en ellas lo que
atormenta su alma. Las observa angustiada, no parecen como ella, mientras tiradas en la suelo,
sucias y encorvadas, con los niños juegan. Ellos pueden ser crueles, nadie les acusa, son niños y tu,
la madre. Soy una madre y ellos mi propia carne, eres su madre, aunque te duelan las tripas y de
furia y culpa estés desquiciada. Eres ese monstruo, enjaulada en un papel que todo el mundo parece
saber bien cual es. Eres su madre, su único acompañante, imprescindible, abnegada, dulce y
entregada. Eres su madre que les canta por la noche nanas, eres su madre y juegas con ellos, les
limpias la caca. Le alimentas, nada de dulce! Todo sano y variado y mucha fruta de temporada. Le
ensenas, le alientas, le consuelas, eres su mundo. No le grites, no te contradigas, no fumes ni bebas!,
ni tengas amigas, ni diga porquerías, eres su madre. Eres su madre, aunque quisieras no serlo,
desarmarte, de-construirte, desaparecer, huir! y solo de pensarlo te sientes morir. Ahora vuelves a
casa, desandando el camino cuesta arriba, de nuevo aferrada al carrito con la compra aun colgando,
tironeada por uno, que tirado en el suelo grita y se retuerce y te reclama, una rabieta, es normal, es
la edad, dices con los ojos al transeúnte de turno que te juzga y te condena sin mas. Tu eres su
madre, sola, consigues salir adelante. Piensas en la cena, con los ojos clavados en el vacío rodeada
de gritos, subes a un tercero sin ascensor. Tu eres su madre y preparas la cena y el baño sin ganas.
Te queda aun dormirles pero tu ya no sientes nada. Entonces te apoderas también de mi, luchas y
castigas mi pensar y de un manotazo de tu mano grande y peluda te deshaces de mi, porque no
sabes que otra cosa te ayudara a seguir.

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