Es una de las primeras veces que no encuentro nombre a mis muñecas de trapo. Mientras las coso, dentro de mi, se anudan pensamientos, se conectan sentimientos, se me desenreda el alma.
A veces, veo cosas en ellas un parecido a mí que no pretendía, me cuentan cosas en las que no había reparado de mi propia existencia, y me enseñan a disfrutar del presente cada vez que las dejo libres.
Nada me sana más que coserlas, acariciando sus frágiles cuerpos que poco a poco, la forman y la conforman. Cada tejido me regala un textura diferente, y conozco la felicidad de la infancia al descubrirlas con el útimo nudo de la última puntada.
Siempre me susurran un nombre propio, y me desbordan las palabras que creo ordenar en un relato.
Así, con cariño, las regalo a gente que quiero, o que he querido, o simplemente, desaparecen de mi vida sin avisar, como si verdaderamente, huyeran de su aburrida vida de objeto decorativo.
Sin embargo, ésta aún se amotina en mis entrañas, su nombre desconozco, y las emociones más inconscientes bloquean mi precaria literatura.
Sólo he podido saber de ella, que es madre, inmigrante y obrera.
Es realmente una madre que necesita 8 brazos para attender a sus hijos , hacer su trabajo y ademas verse linda con su vestido floreado. Realmente una madre moderna y llena de vida que pretende disfrutar de la felicidad y el amor sin limites !!!!!!
Emma, simplemente eres la mejor.